12 sept 2013

Verano 2013.

Esos 2 meses y medio que veías en un principio como inalcanzables, ya están rozando su fin. Qué curiosa es la velocidad que alcanza el paso del tiempo cuando menos lo deseamos.

Si escojo una palabra que defina este verano, sería “ambiguo”.

Estar esperando el paso veloz de meses para que llegara ese momento de reencontrarte con ellos, dedicarle todo el tiempo que desees sin ninguna preocupación, disfrutar de su compañía y cariño… para esto. Y llegan las malas noticias ¿Qué? Tan solo te queda esperar. Tener esperanza en lo que quedaría por venir y confiar en el destino. Sí, el destino…esa palabra que a veces nos da tanto miedo por la incertidumbre que crea en nuestro interior, pero a pesar de ello, pongo la mano en el fuego por él.

Por el contrario, el mal sabor de boca que has tenido durante días, o quizás semanas, hace que cuando llega algo bueno, lo saborees mejor aún. Que exprimas al máximo cada segundo de placer que estás percibiendo y que nada ni nadie, te lo convierta en amargo.

Pasan los días y llega el momento de concienciarse y sacar adelante cosas, que previamente, por “x” motivos, se torcieron y no salieron como deseábamos. Pero todos sabemos que tarde o temprano, recogeremos aquello que hemos sembrado, y hay que mantener la compostura. No sirve de nada perder las formas, indignarse y tirar todo por la borda. Lo único que te tranquiliza un poco es que estás haciendo todo lo que puedes, no puedes dar más de ti y si das, no va a servir de nada.

Y recoges tus frutos, lloras de felicidad y abrazas a la vida.

Disfrutas de la compañía de la gente que te rodea, conoces de un modo más profundo a personas que merecen la pena mucho más de lo que imaginabas, eso sí, intentando siempre sonreír y si aparece alguna mueca o palabra de tristeza, las compartes con ellos. Despéjate, serena el ambiente lo máximo posible y respira. Respira fuerte y despacio. Recuerda que estás de “vacaciones”, aunque sean un tanto “distintas” a las demás.

Momentos de reencuentros y momentos de despedidas.

Y sí, puedo decir y asegurar que quizás este verano no ha sido todo lo especial y único que esperaba, pero me ha ayudado a darme cuenta de algunas cosas y crecer aun más como persona. 

Hasta el año que viene. 

11 may 2013

Oncología Pediátrica.

Puedo describir estos cinco días que he tenido de prácticas en la planta de oncología infantil con una sola palabra: Apoyo.

Ver como las familias van allí a intentar que le hagas más fácil y amena la vida de lo que más quieren, para que disfruten todo lo posible y más de su etapa infantil a la que todos nos gustaría volver. El poder de protección para que nada más le suceda a sus hijos.

Niños inocentes, inofensivos y con una sonrisa que en ocasiones, se les borra por culpa del peso que tienen a sus espaldas. Mirarlos y darte cuenta de que en su mirada lo que realmente abunda es la tristeza, desesperanza y apatía por todo lo que les rodea, porque si nos paramos a pensar, realmente no se merecen lo que tienen siendo tan pequeños. Que te miren e intentar hacerles burlas y mofas para que se rían, porque por lo menos, sabes que en ese momento no pensarán en nada más que en concentrar su risa y mirada en tí.

Lo más gratificante que he podido sentir en es verlos sonreír a pesar de la desconocida gravedad y del pésimo pronóstico que tenga su enfermedad.

Estos días me han servido para darme cuenta realmente de las cosas importantes de la vida, quitarle importancia a aquellos asuntos que realmente no la merecen y pensar que, siempre hay gente en un estado mucho peor que el de uno mismo y en el que ponen toda su fuerza y empeño para salir adelante.

Muchas veces me he preguntado lo que se les pasará a esos padres por la cabeza y que sería una gran clase magistral para alguno de nosotros.

El ambiente no ha podido ser mejor. Me han caído genial todos médicos y enfermeras del servicio y de su perfecta e inmejorable labor tanto como personas como profesionales. Ellos también hacen de esta cuesta, una posible meseta.



16 feb 2013

Recuerdos.


Recuerdos, esas “cosas” que se nos pasan por la cabeza en infinidad de ocasiones y que no podemos ocultarlos a nadie, ni a nosotros mismos. Ahora lo vemos como algo lejano, apartado y distante, pero en su momento fueron realidades que no queríamos que pusieran fin, atractivas y atrayentes, de las cuales deseábamos permanecer siempre a su lado, agarrados de la mano por siempre jamás.

Pasan rápido y a la vez lento, te sacan ingenuas sonrisas y a la vez lágrimas de desilusión y melancolía. Imágenes consecutivas, flashes imprecisos distorsionados en el tiempo.

En días señalados lo que más deseas es no pensar en ellos, quizás porque saquen ese lado oscuro de ti que odias que salga a la luz para que nadie lo conozca.

Aunque sean recuerdos un tanto duros, debo darle las gracias. Son experiencias vividas que te han enseñado a afrontar y elegir el camino más correcto para lo que te queda por vivir aún, para tu propio e intransferible FUTURO.

La frase popular “El ser humano es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra” siempre creó en mí desconfianza, pero ahora debo reconocer que entiendo plenamente su significado. Nuestro crecimiento profesional y personal no es más que el resultado de cometer errores, equivocarnos y fallar sin más. A su vez intentamos corregir, rectificar y evitar que se vuelva a repetir, pero en ocasiones es imposible no tropezar y caernos en la misma trampa que nos pone la vida en el camino. Los recuerdos pueden formar parte de esos errores, pero ya no hay vuelta atrás, sino pisotearlos con toda la fuerza posible y gritar al mundo que los hemos derrotado y hemos salido airosos y triunfantes de ellos.

Cuando te plantas en un día señalado (cada uno tendremos los nuestros) se te hace utópico no pensar y mantener la mente en blanco todo el día, pero intentas con toda tu fuerza de voluntad que, si por tu mente se pasan ciertos recuerdos, sean aquellos en los que participan personas que siguen a tu lado, que te aportan todo aquello que necesitas y que tienes constancia de que nunca van a fallarte. 

2 ene 2013

2013, encantado de conocerte.


Recuerdo perfectamente como le daba paso al año 2012, y como ha pasado el tiempo tan rápidamente que ya le he despedido y le he dicho un “hasta nunca”. Me alegro de lo fugaz y veloz que ha sido, que haya sido un visto y no visto aunque para que mentirnos, ha habido momentos que se me han hecho eternos y que no pasaban ni a la de 3.

Le di la bienvenida al 2012 como nunca pensé que se la daría, en la famosa Puerta del Sol de Madrid, rodeada de miles de personas con la misma ilusión que yo y con gente a la que no cambiarías por nadie. Esa noche hice promesas (como todo el mundo) para el año que entraba, ilusiones y deseos que se quedarían en el intento y muchos abrazos y besos por dar. Pero no todo era tan alegre, debo de confesar que en el fondo estaba triste porque era la primera Nochevieja separada de mi familia y sin tomarme las uvas con ellos. Sí, parece infantil y quizás no lo apreciemos, pero cuando estás a ciertos kilómetros de ellos se echa mucho de menos.

Realmente estoy aquí para plasmar lo que pienso sobre este nuevo año que acaba de comenzar y que nos va a acompañar durante 365 días. No le he dado paso a este 2013 como se lo di el año pasado o como se lo merecía: se lo di en pijama (a causa de un gripazo de mucho cuidao) y con un careto que menos mal que no me lo visteis, pero eso sí, rodeada de mi familia y hacedme caso, ha sido la vez que más lo he apreciado en mis 21 años (después de la experiencia del año anterior). No salí de fiesta como hizo el resto de España, ni me puse borracha, ni tengo fotos con amigos super mona de la muerte, ni tuve resaca…a las 2 de la mañana ya estaba acostada y soñando con dios sabe qué…pero no me arrepiento de no haber salido, quedan muchas “nochesviejas” por delante y mucho por vivir aún.

Quiero que este 2013 de un giro de 180 grados con respecto al año anterior y quiero que se centre en mí y en la gente que verdaderamente me aporta cosas buenas en esta vida. No quiero pensamientos, percepciones ni emociones negativas que creen inseguridad, desconfianza o indecisión en mi persona, sino momentos gratos, interesantes, satisfactorios y atrayentes. Quiero decidir, tomar buenas decisiones y ser yo misma en todo momento. Guiarme por mi instinto que hasta ahora nunca me ha fallado, elegir el camino idóneo para salir airosa de cada problema u obstáculo que se me presente, apoyándome en aquellos que necesite y que sé que siempre van a estar ahí para lo que sea, y con esto me refiero a los amigos  y familia, no necesito nadie más.

No voy a cerrarme ante nada, voy a estar abierta a conocer  y relacionarme con personas nuevas y mundo, porque estoy segura que hay gente muy interesante repartida por los distintos rincones de este planeta que debo conocer.

Quiero ayudar, apoyar y proteger a todo aquel que lo necesite, a quien pida mi ayuda y a quien no; a colaborar en todo lo que esté en mi mano y a poner todo el empeño y más por hacer aquellas cosas que me hacen sentir bien.

Quiero dar pasos hacia delante y nunca más hacia atrás, porque está visto y comprobado que mirar hacia atrás para reflexionar sobre cosas que no te aportan nada, es tontería. Pensar en cosas innecesarias, inútiles e insignificantes se lo dejo a aquel que no tenga nada que hacer, que no es mi caso.

No quiero lágrimas, ni miedos. Quiero esa fuerza, energía y esfuerzo que siempre me ha caracterizado y este 2013 no va a ser menos. Recuerda: que nada ni nadie pueda contigo.

Creo tan solo le debo dar las gracias al 2012 por aquellas personas que he conocido y que quiero que continúen a mi lado. El resto de cosas, mejor olvidarlas.

Simplemente, junto al 17, el 13 es mi número favorito, me aporta sensaciones gratas y hasta ahora me ha acompañado y estoy segura de que este año voy a darlo todo y más.

31 dic 2012

Prácticas Patología Médica II.



Ayer, día 4 de Diciembre finalizó el período de mis prácticas de Patología Médica II. Me asignaron el rotatorio por la sección de Cardiología, y en concreto, la “Unidad de Dolor Torácico”. Francamente, creo que no puedo estar más contenta de que me tocara esa y no otra.

El primer día llegué como la típica alumna vergonzosa que no sabía  adónde ir. Me asignaron a mi tutor clínico y a partir de entonces y durante 3 semanas, sería su “perrillo faldero” que iría detrás de él a todos los sitios con el típico refrán de “Oír, ver y callar” grabado en la cabeza. Ahora os puedo decir, que todos los pensamientos que tenía sobre cómo iban a ser mis prácticas, dieron un giro de 180o.

-          ¿Hola, cómo te llamas?
-          Lucía. Me han asignado con usted para dar las prácticas de médica.
-          ¿Ah sí? Encantado. Y por cierto, trátame de “tú”.
-          Igualmente.

Esas fueron nuestras primeras palabras acompañadas de una sonrisa y la verdad, creo que en la vida nadie me había dado tan buena impresión, recorriendo por mi interior un presentimiento muy bueno sobre cómo sería mi estancia junto a él.

Desde el primer momento que comenzamos a recorrernos la planta del hospital para pasar por cada habitación, me transmitió confianza, seguridad y tranquilidad. No iba a ser esa clase de tutor que te estuviera poniendo un examen continuo y dejándote en evidencia a cada paso que dieras, y en el fondo, me alegro de ello. Aún así, el primer día me sentía retraída, sin saber cuál iba a ser concretamente mi función, por lo que me dediqué a escuchar y observar.

El segundo día me levanté con más ganas de ayudar a esa gente que lo necesita (a pesar del madrugón que conllevaba). Tras llegar al hospital y reunirme con él, me hizo colaborar desde el primer momento, involucrándome en cada historia, contándome cada enfermedad y el tratamiento más adecuado que se daría a cada caso. La confianza ya empezaba a brotar. Estando en consulta y viéndolo un tanto estresado, le ofrecí mi ayuda (aunque le dijera que yo no podía ayudarle en mucho…soy estudiante, recordad). Para mi sorpresa, me dijo que sí, que podía ayudarle en mucho. ¿Quieres pasar consulta tú sola y después voy y reviso si lo has hecho bien? ¡Buag! No sabéis la cara que se me puso en ese momento, pero imaginárosla: los ojos como platos, sin poder creérmelo. ¡Por supuesto! Pues allá fui. Era la primera vez en 4 años de carrera que mantenía personalmente (y sola) la entrevista con el paciente. El corazón se me iba a salir del pecho, pero había que poner todos los sentidos enfrente de la persona enferma y hacerla sentir bien sin demostrarle tu nerviosismo. Creo que no lo pude hacer mejor en mi primera vez, y para mi asombro, cuando acabé y lo llamé para que la “corrigiera”… ¡Ni la modificó! La dejó tal cual como la había hecho. Más orgullosa de mí misma no podía estar. Pues bien, esto fue solo el comienzo. He vuelto a pasar consultas muchas más veces y creo que cada vez mejor (ya sabéis, la experiencia hace mucho).

Pasan los días, aumenta el entusiasmo, la confianza, la seguridad… y le añadimos el comenzar a gastarnos bromas entre nosotros como si nos conociésemos de toda la vida. Si al trabajo le añadimos estar alegre, risueño y con optimismo, todo se hace más ameno.

-          ¿Cuáles han sido las cifras de azúcar de esta mañana?
-          133- respondo.
-          Ciento treinta y tréh. Tú no eres de Graná ¿verdad?
-          Ja, ja, ja. Para nada… ¿Tanto se me nota?

Cada vez me hace más confidente de los problemas que rodean a la sanidad, y sinceramente, me dejaba perpleja.  Creo que tan solo miró mi tarjeta de identificación “Estudiante de Medicina” el primer día, porque el resto de días para nada me trató como si lo fuera, me trató como un profesional más y sin intentar quedar por encima de mí en ningún momento (lo que dice mucho de una persona).

Podría seguir escribiendo mucho más sobre cada día, pero seguramente os aburriríais y no es mi intención. Quiero decir que estoy feliz por haber compartido todas esas horas de mi vida con esa gran persona, por sus confidencias, por sus bromas, por su optimismo ante la vida, por sus halagos hacia mí. Me ha hecho confiar más en mí misma, me ha enseñado muchísimo: me ha enseñado a tratar con los pacientes, a ser como se debe ser dentro de un Hospital.

-          Le voy a escribir una carta a tu madre para que sepa lo agradable, buena persona  y competente que ha sido su hija para que te haga muchos pucheros este puente. Muchas gracias por todo, has participado mucho y ha sido todo un placer tenerte aquí.

-          Placer el mío, seguiría viniendo pero otras prácticas me lo prohíben. Aún así, no te preocupes, que me pasaré para verte y hacerte más amena la estancia.

-          Si por favor (y hace pucheros como un niño pequeño).

Deberíais haberlo visto…Es todo un encanto en serio. Y tras dos besos de despedida, me marché.

¡Ah, se me olvidaba! En la unidad también había una enfermera, otra gran profesional y que me ha aportado y enseñado mucho también. Todo un conjunto de personas que hacen como debe su trabajo (a pesar de las dificultades que se presentan ahora en el ámbito de la sanidad) y con una sonrisa en la cara.

Espero volver a vivir esas experiencias tan buenas de nuevo. Simplemente, gracias.

Cuenta atrás.


Bueno, hoy es un día más del montón, de la rutina que me persigue día a día.
Ahora mismo no estoy estudiando (porque ya es hora de descansar) y me apetece escribir un poco…Y creo que hoy es un día especial. 

A partir de hoy comienza la cuenta atrás: 10, 9, 8, 7…y así sucesivamente hasta llegar al 0.
Comienza la cuenta atrás para llegar al día que tanto he estado esperando desde que comenzó todo; quizás este año no haya sido bueno del todo y de ahí toda mi ansia para llegar a ese día.

Pues sí, ese día es el día 30 de Junio. Ese día acabaré este “queridísimo” primer año universitario y podré volver a reunirme con la gente que verdaderamente en estos momentos necesito cerca de mí.

Ha n habido momentos realmente difíciles de llevar, no hace falta recordármelo a mí misma, momentos en los que he decidido tirar la toalla porque veía que todo era superior a mí y todos mis esfuerzos conllevaban a la nada…En esa nada he estado inmersa innumerables ocasiones, no veía ninguna salida a mi pensamiento y la unida definición que encontraba era: “Todo es una mierda…”. Y bueno, la verdad que algunos de esos momentos han estado equilibrados con otros momentos de risas que me han hecho pasar esa gente nueva que no existía en mi vida y que me orgullece tanto haberlas conocido (va por vosotras niñas).

Pero bueno, hoy estoy aquí quizás aburrida o quizás entreteniéndome de este modo, pero lo importante es que ya ha pasado todo ese tiempo y ahora queda un último empujón, un empujón de exactamente 10 días.

He sacado fuerzas de donde pensé que no las tenía, paciencia y constancia, y creo que todo eso me ha servido para encontrarme con  esa lucía que no había conocido hasta ahora, conocerla mejor tras haberla escuchado miles de veces y consolarla; saber que no siempre hay que darse por vencido, porque delante de ti hay una mínima recompensa que alcanzar aunque en determinados momentos estemos tan cegados que ni nos demos cuenta.

Mi recompensa no es nada material, es algo más que eso…Es volver a ver y tener después de un mes a esa gente a la que tanto quiero.

20 años.


Cuenta atrás acabada. Comenzamos con una nueva década, la década de los veinte.
Dejo atrás el numero uno que ayer me dejó sola en el camino, pero no me preocupo, porque estoy segura de que el número dos no se quedará corto.

Mis 19 años han sido especiales, no puedo tener queja la verdad. Como a todo el mundo, me han pasado cosas que nunca se olvidarán y que se quedarán en el recuerdo, eso sí, no volveré a repetirlas jamás. Aún recuerdo aquel 19 cumpleaños como si fuera ayer, y es verdad, qué rápido ha pasado este año. Lo que me llena de satisfacción es que la gente que me rodea no ha cambiado, y si lo ha hecho, ha sido para mejor. Amistades, miradas, gestos, palabras y susurros de diversas vidas totalmente opuestas que se cruzan en el camino, pero que coinciden en un mismo instante. Felicidad y agradecimiento, esas son las palabras que tengo hacia vosotros.

Aunque lo esté pintando todo muy bonito, no podía ser menos, esos 19 años han traído momentos incómodos, ácidos, complicados y algo tristes. Pero lo importante es que ya han pasado y me enorgullece saber que he podido afrontarlos de la mejor manera posible y alrededor de mi gente, apoyándome en todo momento (aunque de vez en cuando me encabezone en que estoy sola). Seguramente sigan habiendo más momentos amargos, pero espero llevarlos aún mejor.

Sorpresas y no sorpresas. Aunque celebres tu cumpleaños un día antes o quizás dos, lo tienes presente como si fuera ese mismo. Intentas aprovechar cada instante al máximo, sacarle la máxima partida y sin duda, con la mejor compañía que se pueda tener, y esa la tengo yo. Regalos que sorprenden y otros que no tanto (siempre sabes que algo va a caer seguro), pero a pesar de eso, las palabras de agradecimiento se quedan cortas.

Muchas veces me pongo a pensar que sería de mi vida sin esas personas, y la respuesta se queda en el intento. Posiblemente conocería a otras nuevas, pero no me importaría quedarme sola si las personas que conociera no son iguales a las que tengo ahora, es decir, sería imposible sustituirlos. Cada uno tiene algo que no se puede cambiar, un detalle, una palabra o simplemente con una mirada te entiendes y eso es lo que a cada uno los hace especial.  Supongo que el que lo lea se dará por aludido, asique no hace falta mencionar a nadie.

Hace muchos años conocí a una persona, he llegado a perder la cuenta de cuánto hace, pero me gustaría tenerla siempre hasta que algo o alguien me quite la vida, y espero que mi ilusión siga conmigo, y ella también. Simplemente me comprende, que no es poco.

La gente que me rodea sabe como soy, tendré defectos (y muchos) pero creo que en el fondo, me tienen cariño, igual que yo a ellos. A toda esa gente quiero agradecerle que me acompañen en el día a día, que sepan tratarme y que de vez en cuando me ajusten las cuarenta, que me lo merezco. Quiero saber que un trocito de vuestro corazón me pertenece, al igual que a vosotros os pertenece un trocito del mío.

Y la distancia a veces pesa demasiado. Nadie llegará a entenderlo si no lo ha vivido en sus propias carnes, pero la verdad es que en parte os lo recomiendo y en parte no. Aparecen en ti  sensaciones nuevas que nunca antes habías experimentado, que te hacen más mayor, más madura y más sensible. Momentos en los que necesitas tener cerca a gente y no la tienes, es un poco desagradable, aunque es cierto que cuando los ves, los pillas con más ganas, pero el mal trago no te lo ha quitado nadie.

Bueno, para ir acabando esto, os lo digo de nuevo, GRACIAS.
Ojalá esta nueva década abra nuevos caminos en mi vida, quizás con nuevas personas y con las ya presentes, con nuevos momentos buenos, malos y no tan malos, que me hagan mejor persona y si dios quiere, habré llegado a esa meta por la que siempre he soñado.
13 y 17, qué bien suenan: mis números de la suerte. Y tú 20, quiero que sea el siguiente.